COMO ME LO CONTARON: ayer tuve un sueño… que poco duró (menos mal)

Estábamos (éramos unos cuantos, quizás muchos) en un lugar en donde obviamente yo no quería estar, o sea, que no había llegado allí porque yo lo había decidido con entera libertad.

Era una especie de patio de escuela ligado con salones, y todo era grande.

En determinado momento decidí irme. Llegué hasta una puerta como de esas de cerca pero con planchas que no te permiten ver hacia el otro lado y ví que tenía una especie de candado, o sea que estábamos encerrados.

Otro igual que yo llegó y se puso a trastear en lo que debía ser el cerrojo o el candado. Detrás de nosotros otros nos observaban sentados pero atentos. Ví como algo del mecanismo que el otro trasteaba se movía a mi altura y lo atrapé con dos dedos, lo que hizo que el otro terminara de abrir la puerta y pudimos salir de allí.

Pero no estábamos en la calle. Corrimos por dentro de pasillos y dormitorios, como en un laberinto.

Por corte (ya saben cómo son los sueños) ya estaba en la calle. Frente a mi otros dos igual que yo que veníamos huyendo del mismo lugar y otro que yo no conocía.

Pregunté que donde estábamos. Uno de los que venía huyendo me dijo «Canadá». Me sonó muy extraño. Cómo era posible que hubiéramos terminado en Canadá? Yo no recordaba que hubiéramos hecho un viaje largo ni nada de eso.

Antes de que pudiera recuperarme de esa sensación extraña, el otro que estaba allí (y que estaba recostado a un carro americano como de los años 50) dijo, mirando a los otros dos:

– Ahora viene la parte buena.

Y girando la cabeza para mí, me dijo:

– Syria.

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